Por Carla González C.
Bajar de peso es quizás una de las metas más difíciles de alcanzar y aún más dificultoso si la herencia no acompaña en la tarea. La predisposición genética es uno de los factores que más inciden en este arduo camino y según los entendidos lo más importante es conocer nuestra realidad y trabajar de acuerdo a ella.
Para algunas personas, las dietas son un verdadero sacrificio al que se someten incluso durante extensas temporadas sin obtener los resultados deseados. Otros, consiguen bajar de peso con una buena nutrición, pero al cabo de algunos meses, el peso corporal vuelve a ser lo que fue antes.
Esta dificultad fue la que llevó a un grupo de científicos del Instituto sueco Karolinska a observar a un grupo compuesto por cientos de niños, adolescentes y adultos, descubriendo que “el número de células adiposas o adipocitos aumenta durante la niñez, pero a partir del momento en que el individuo llega a la edad adulta, ya no varía”.
La nutrióloga y profesora asistente del departamento de nutrición, diabetes y metabolismo de la Universidad Católica, doctora Verónica Irribarra Pastene, afirma que el tema de las células adiposas y su reproducción durante cierta etapa de la vida de los seres humanos es un argumento que se conocía antes de este estudio, pero “aún no había sido elegantemente demostrado”, menciona la especialista.
“Hay épocas claves en la vida en que las personas aumentan su cantidad de tejido adiposo”, explica la doctora Irribarra y agrega que una célula adiposa deja de reproducirse en su etapa de ‘desdiferenciación’, es decir, luego de la etapa de duplicación celular y de la fase de ‘desarrollo de su especialidad’. “Es como las células nerviosas, son específicas y desarrolladas y no se van a reproducir. En el tejido adiposo esto no era tan evidente, pero sí en otros estudios se sabía que una célula grasa diferenciada ya no se va a replicar”, afirma.
Según la nutrióloga, el aumento sostenido de los adipocitos en cierta etapa de la vida queda demostrado en aquellos casos comunes de personas que fueron desde pequeños muy delgados, pero que al llegar a la pubertad incrementaron su peso en forma considerable. “Está súper demostrado que la gente que llega gordita a los diecisiete años, tiene un 80% de posibilidades de seguir siéndolo por el resto de la vida”, sentencia.
Células inteligentes
Otro de los resultados que arrojó el estudio realizado en Suecia habla de la forma en que las células adiposas se comportan en situaciones de pérdida de peso. De esta manera, la investigación explica que en aquellos casos de pacientes sometidos a cirugías como la liposucción o reconstrucción abdominal, “el número de adipocitos no sólo se mantiene constante en la adultez, sino que cerca del 10% de ello se renueva en forma regular cada año”.
“Las nuevas células generadas durante y después de la pérdida de peso necesitan enriquecerse rápidamente de lípidos”, comenta uno de los coautores del estudio y al respecto la profesional de la Universidad Católica coincide manifestando que estos microcuerpos se comportan diferente según su tamaño. “Cuando las células grasas crecen mucho, se hipertrofian por decirlo de alguna forma y van a lograr efectos metabólicos bien diferentes, regulando el metabolismo. El tejido adiposo es tan importante que incluso hace poco comenzó a considerarse como un órgano endocrino”, cuenta la doctora Verónica Irribarra.
A lo anterior, la profesional agrega que este concepto es manejado por muy pocas personas y expresa que esta denominación se debe a que “el tejido adiposo es capaz de producir proteínas que actúan como hormonas y regularlas. El tema es entonces que las células adiposas pequeñas con baja carga de grasa se comportarán de una manera y cuando esa carga aumente, lo harán de una forma diferente, favoreciendo el crecimiento”, admite.
Según estas palabras, se puede deducir que el metabolismo de aquellas personas que comienzan a engordar y por ende a aumentar su adiposidad, se regulará de tal forma en que comenzarán a aparecer problemas como por ejemplo, la resistencia a la insulina. “Esto es como un círculo vicioso porque será esta misma resistencia a la insulina lo que los hará engordar más”, comenta la nutrióloga.
La herencia pesa
Volviendo al estudio sueco, la herencia tiene al parecer mucha más importancia en el crecimiento celular que la adiposidad que pueda alcanzarse durante los años: “la carga genética determina que haya una mayor o menor renovación de células”, comentó a una publicación Víctor Saavedra, presidente de la Sociedad Chilena de Obesidad, al opinar de esta investigación.
En esta línea, Verónica Irribarra coincide con Saavedra y precisa que la relevancia de la carga genética bordea el setenta por ciento y que se complementa con factores sociales, conductuales, culturales y ambientales, donde el sedentarismo es uno de los que ha sabido sobresalir tanto con el paso de los años como con el cambio de conducta que hemos sufrido como sociedad.
Al respecto comenta que estudios realizados en países europeos han demostrado que la sociedad de las décadas de los cincuenta o sesenta “no comían menos calorías que nosotros, pero si uno piensa no había uso de escaleras mecánicas, ni lavadoras. Todo se hacía a mano así es que el consumo de energía era mayor”.
“Que el peso no se convierta en el objetivo. Más vale pasarlo bien en la vida sintiéndose bien, eso si, sin caer en los excesos”, afirma.
En síntesis, la balanza no es sino un medio que ayuda a mantener un control del peso. La utilización adecuada de este instrumento ayudará a tener un registro de los kilos, pero lo aconsejable en todos los casos es no dejarse llevar sólo por esta medida. García afirma que es muy fácil dejarse llevar por los mitos en este tema y que lo mejor es “ante cualquier duda consultar a un médico y evitar caer en la dieta milagrosa y la automedicación”.
“Uno tiene que tener claro quién es” dice enfática la nutrióloga para explicar la manera que cada persona tendrá para desarrollar su vida. “Si en mi familia hay mucha gente que tiene sobrepeso, hipertensión, diabetes y colesterol alto, obviamente tengo más probabilidades de desarrollar ese tipo de enfermedades”, subraya.
De esta forma, si al individuo que está genéticamente predispuesto se le da la oportunidad de cargar sus células adiposas con aún más grasa, su organismo se manifestará acorde a su tendencia, acrecentando el tamaño celular.
En cuanto a diferencias de género la doctora Irribarra comenta que la situación es desfavorable para las mujeres, pues sus cuerpos están formados de mucho más tejido graso y menos masa muscular que el de los hombres. “Con una misma cantidad de calorías, el hombre gastará más que la mujer, pensando en dos personas que pesen lo mismo”, ejemplifica.
Por último, la profesional destaca que si se hablara de una estrategia para poder bajar de peso y mantenerlo, lo aconsejable es plantearse metas a largo plazo y no decidir ponerse a dieta unos meses antes que llegue el verano, por ejemplo. “Hay que darle la importancia que se debe a este tema, tanto los pacientes como los médicos”, recalca Irribarra.
Otros puntos destacables de este estudio son:
“Los adipocitos empiezan a desarrollarse más pronto en los obesos (hacia los dos años de edad) que en las personas con un peso normal (entre los 5 y los 6 años)”.
”El aumento de peso es dos veces más rápido en los obesos, si bien se detiene antes (16 años y medio contra 18 años en el caso de jóvenes con peso normal)”.
“El 75% de los niños con obesidad mantiene esta condición cuando adultos. En cambio, sólo el 10% de los niños con peso normal llega a ser obesos”.
Extraído de
http://www.puntovital.cl/Bajar de peso es quizás una de las metas más difíciles de alcanzar y aún más dificultoso si la herencia no acompaña en la tarea. La predisposición genética es uno de los factores que más inciden en este arduo camino y según los entendidos lo más importante es conocer nuestra realidad y trabajar de acuerdo a ella.
Para algunas personas, las dietas son un verdadero sacrificio al que se someten incluso durante extensas temporadas sin obtener los resultados deseados. Otros, consiguen bajar de peso con una buena nutrición, pero al cabo de algunos meses, el peso corporal vuelve a ser lo que fue antes.
Esta dificultad fue la que llevó a un grupo de científicos del Instituto sueco Karolinska a observar a un grupo compuesto por cientos de niños, adolescentes y adultos, descubriendo que “el número de células adiposas o adipocitos aumenta durante la niñez, pero a partir del momento en que el individuo llega a la edad adulta, ya no varía”.
La nutrióloga y profesora asistente del departamento de nutrición, diabetes y metabolismo de la Universidad Católica, doctora Verónica Irribarra Pastene, afirma que el tema de las células adiposas y su reproducción durante cierta etapa de la vida de los seres humanos es un argumento que se conocía antes de este estudio, pero “aún no había sido elegantemente demostrado”, menciona la especialista.
“Hay épocas claves en la vida en que las personas aumentan su cantidad de tejido adiposo”, explica la doctora Irribarra y agrega que una célula adiposa deja de reproducirse en su etapa de ‘desdiferenciación’, es decir, luego de la etapa de duplicación celular y de la fase de ‘desarrollo de su especialidad’. “Es como las células nerviosas, son específicas y desarrolladas y no se van a reproducir. En el tejido adiposo esto no era tan evidente, pero sí en otros estudios se sabía que una célula grasa diferenciada ya no se va a replicar”, afirma.
Según la nutrióloga, el aumento sostenido de los adipocitos en cierta etapa de la vida queda demostrado en aquellos casos comunes de personas que fueron desde pequeños muy delgados, pero que al llegar a la pubertad incrementaron su peso en forma considerable. “Está súper demostrado que la gente que llega gordita a los diecisiete años, tiene un 80% de posibilidades de seguir siéndolo por el resto de la vida”, sentencia.
Células inteligentes
Otro de los resultados que arrojó el estudio realizado en Suecia habla de la forma en que las células adiposas se comportan en situaciones de pérdida de peso. De esta manera, la investigación explica que en aquellos casos de pacientes sometidos a cirugías como la liposucción o reconstrucción abdominal, “el número de adipocitos no sólo se mantiene constante en la adultez, sino que cerca del 10% de ello se renueva en forma regular cada año”.
“Las nuevas células generadas durante y después de la pérdida de peso necesitan enriquecerse rápidamente de lípidos”, comenta uno de los coautores del estudio y al respecto la profesional de la Universidad Católica coincide manifestando que estos microcuerpos se comportan diferente según su tamaño. “Cuando las células grasas crecen mucho, se hipertrofian por decirlo de alguna forma y van a lograr efectos metabólicos bien diferentes, regulando el metabolismo. El tejido adiposo es tan importante que incluso hace poco comenzó a considerarse como un órgano endocrino”, cuenta la doctora Verónica Irribarra.
A lo anterior, la profesional agrega que este concepto es manejado por muy pocas personas y expresa que esta denominación se debe a que “el tejido adiposo es capaz de producir proteínas que actúan como hormonas y regularlas. El tema es entonces que las células adiposas pequeñas con baja carga de grasa se comportarán de una manera y cuando esa carga aumente, lo harán de una forma diferente, favoreciendo el crecimiento”, admite.
Según estas palabras, se puede deducir que el metabolismo de aquellas personas que comienzan a engordar y por ende a aumentar su adiposidad, se regulará de tal forma en que comenzarán a aparecer problemas como por ejemplo, la resistencia a la insulina. “Esto es como un círculo vicioso porque será esta misma resistencia a la insulina lo que los hará engordar más”, comenta la nutrióloga.
La herencia pesa
Volviendo al estudio sueco, la herencia tiene al parecer mucha más importancia en el crecimiento celular que la adiposidad que pueda alcanzarse durante los años: “la carga genética determina que haya una mayor o menor renovación de células”, comentó a una publicación Víctor Saavedra, presidente de la Sociedad Chilena de Obesidad, al opinar de esta investigación.
En esta línea, Verónica Irribarra coincide con Saavedra y precisa que la relevancia de la carga genética bordea el setenta por ciento y que se complementa con factores sociales, conductuales, culturales y ambientales, donde el sedentarismo es uno de los que ha sabido sobresalir tanto con el paso de los años como con el cambio de conducta que hemos sufrido como sociedad.
Al respecto comenta que estudios realizados en países europeos han demostrado que la sociedad de las décadas de los cincuenta o sesenta “no comían menos calorías que nosotros, pero si uno piensa no había uso de escaleras mecánicas, ni lavadoras. Todo se hacía a mano así es que el consumo de energía era mayor”.
“Que el peso no se convierta en el objetivo. Más vale pasarlo bien en la vida sintiéndose bien, eso si, sin caer en los excesos”, afirma.
En síntesis, la balanza no es sino un medio que ayuda a mantener un control del peso. La utilización adecuada de este instrumento ayudará a tener un registro de los kilos, pero lo aconsejable en todos los casos es no dejarse llevar sólo por esta medida. García afirma que es muy fácil dejarse llevar por los mitos en este tema y que lo mejor es “ante cualquier duda consultar a un médico y evitar caer en la dieta milagrosa y la automedicación”.
“Uno tiene que tener claro quién es” dice enfática la nutrióloga para explicar la manera que cada persona tendrá para desarrollar su vida. “Si en mi familia hay mucha gente que tiene sobrepeso, hipertensión, diabetes y colesterol alto, obviamente tengo más probabilidades de desarrollar ese tipo de enfermedades”, subraya.
De esta forma, si al individuo que está genéticamente predispuesto se le da la oportunidad de cargar sus células adiposas con aún más grasa, su organismo se manifestará acorde a su tendencia, acrecentando el tamaño celular.
En cuanto a diferencias de género la doctora Irribarra comenta que la situación es desfavorable para las mujeres, pues sus cuerpos están formados de mucho más tejido graso y menos masa muscular que el de los hombres. “Con una misma cantidad de calorías, el hombre gastará más que la mujer, pensando en dos personas que pesen lo mismo”, ejemplifica.
Por último, la profesional destaca que si se hablara de una estrategia para poder bajar de peso y mantenerlo, lo aconsejable es plantearse metas a largo plazo y no decidir ponerse a dieta unos meses antes que llegue el verano, por ejemplo. “Hay que darle la importancia que se debe a este tema, tanto los pacientes como los médicos”, recalca Irribarra.
Otros puntos destacables de este estudio son:
“Los adipocitos empiezan a desarrollarse más pronto en los obesos (hacia los dos años de edad) que en las personas con un peso normal (entre los 5 y los 6 años)”.
”El aumento de peso es dos veces más rápido en los obesos, si bien se detiene antes (16 años y medio contra 18 años en el caso de jóvenes con peso normal)”.
“El 75% de los niños con obesidad mantiene esta condición cuando adultos. En cambio, sólo el 10% de los niños con peso normal llega a ser obesos”.
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